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¿QUE ES LA FIBROMIALGIA?

((( RECORDANDO... )))

La Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica son dos enfermedades diferentes pero con una forma de presentación y síntomas similares, lo que confunde muchas veces al no experto. El diagnóstico diferencial entre ambas y el descartar otras posibles causas de dolor y fatiga, es fundamental para un correcto enfoque diagnóstico, pronóstico y terapéutico.
La fibromialgia es una enfermedad de causa desconocida (como el 67% de todas las enfermedades definidas hoy en día) cuyo síntoma principal es el dolor crónico generalizado que se localiza en zonas musculares, tendinosas y articulares. La fibromialgia es la causa más frecuente de dolor generalizado.

La Fibromialgia es una enfermedad reconocida por todas las organizaciones médicas internacionales y por la OMS desde 1992. Está clasificada con el código M79.7 de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10 CM en su última revisión) como una enfermedad reumatológica.
COMO SE RECONOCE
La fibromialgia es una enfermedad difícil de diagnosticar. Las pruebas médicas más comunes, es decir, los análisis de sangre, las radiografías y resonancias no indicaban valores ni alteraciones demasiado fuera de lo común, salvo quizá ligeras desviaciones respecto a los valores normales. No existen malformaciones, degeneración de tejidos, inflamación de tendones, nada de este tipo.
Actualmente no existe un método de diagnóstico específico. Un médico que se encuentra delante de un paciente con posible fibromialgia necesita hacer dos cosas:
En primer lugar, someterá al paciente a las pruebas comunes para detectar otras enfermedades con síntomas similares: artritis, artrosis, osteoporosis, etc. Si todas estas pruebas resultan negativas, quiere decir que el paciente no sufre de estas enfermedades.
En segundo lugar, el facultativo entrevistará al paciente acerca de sus hábitos de vida, si han cambiado en los últimos tiempos y de qué forma. Se observará si existen otras dolencias relacionadas (hiperemia cutánea, lividez en las extremidades, hiperlaxitud articular y otras). Esta información servirá al médico para valorar si se trata de fibromialgia o de otra enfermedad parecida.
Y por último, se realizará una prueba de los llamados puntos sensibles. Éstos son una serie de puntos repartidos por todo el cuerpo que son especialmente sensibles en los pacientes de fibromialgia. Se considera necesario que al menos 11 de los 18 puntos resulten dolorosos, que estén presentes en los cuatro cuadrantes del cuerpo y que el dolor exista desde al menos 3 meses.
Al finalizar todas estas pruebas, que pueden durar varias semanas o incluso meses, el médico valorará si el paciente sufre efectivamente fibromialgia.
OTROS SINTOMAS ASOCIADOS

Además de los criterios diagnósticos comunes a la enfermedad, se observan una serie de síntomas que se sobreañaden al dolor específico de la Fibromialgia:
-Debilidad generalizada, dolores musculares y articulares difusos. Otro síntoma frecuente es la rigidez en la planta de los pies.
- Alteraciones del sueño: problemas para conciliar el sueño e interrupciones frecuentes del dormir durante la noche. La alteración del sueño también puede presentarse bajo la forma de mioclonus (espasmos musculares en las piernas y en los brazos durante el sueño), lo que provoca un sueño de mala calidad que hace que la persona con Fibromialgia se duerma sin problemas, pero el nivel profundo del sueño se ve dificultado por la aparición de los dolores.
- Fatiga matutina y durante el día.
- Rigidez matutina, en general de forma leve.
- Cefaleas.
- Sensación de entumecimiento y hormigueo de una extremidad, y sensación de tumefacción (hinchazón de un órgano).
- Colon irritable
- Vejiga irritable (constante necesidad de orinar)
- Otros síntomas frecuentes son el dolor de cabeza, la caída del cabello, sensibilidad a la luz, colon irritable, entumecimiento o calambres de las extremidades.
Estos síntomas tienden a fluctuar y no necesariamente ocurren simultáneamente. Pueden aparecer lentamente o de repente

¿QUE ES EL SINDROME DE FATIGA CRONICA?

El Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) (Síndrome de Fatiga Crónica (SFC)) es una enfermedad grave compleja y debilitante caracterizada por una fatiga intensa, física y mental, que no remite, de forma significativa, tras el reposo y que empeora con actividad física o mental. La aparición de la enfermedad obliga a reducir sustancialmente la actividad y esta reducción de actividad se produce en todas las Actividades de la Vida Diaria (AVD).
Casi siempre la enfermedad es crónica (curaciones inferiores al 5-10%) y de un gran impacto en la vida del enfermo.

Todavía se desconoce la causa del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) y no disponemos de pruebas específicas de diagnóstico, pero la mayor parte de grupos de estudiosos creen que las infecciones (sobre todo las producidas por determinados virus), la respuesta autoinmune y los agentes tóxicos o las sustancias químicas, pueden desencadenar la enfermedad incluso a dosis consideradas "de seguridad" para la mayoría de la población. Recientes trabajos de expresión génica que describen subgrupos en la enfermedad, parecen afirmar la relación con las sustancias tóxicas.

Las más modernas hipótesis etiopatogénicas apuntan a una coexistencia de: Factores Predisponentes (genética, inactividad física en la infancia, inactividad tras mononucleosis...), Factores Desencadenantes (severo estrés físico o psíquico, infecciones, sustancias químicas...), Factores de Perpetuación y Factores Pronósticos.

En definitiva se trata de que, en personas con cierta predisposición en la que la genética parece tener un peso relevante, determinados estímulos, esencialmente virales o tóxicos, producen una alteración de los sistemas inmunológicos, endocrinológicos y neurológicos del cuerpo que pueden quedar afectados de forma permanente, haciéndose más sensible a otras infecciones o a reactivaciones de los mismos virus y produciendo síntomas muy relevantes.

Puesto que numerosas afecciones presentan fatiga incapacitante, antes de diagnosticarla debe ejercerse mucha cautela para no descartar otras dolencias conocidas que con frecuencia cuentan con tratamiento (como por ejemplo algunas enfermedades infecciosas como la Enfermedad de Lyme o Borreliosis). Es por ello que, en el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), el diagnóstico diferencial juega un papel crucial que no debería ser asumido por la asistencia primaria.
OTROS SINTOMAS COMUNES
Además de los ocho síntomas principales que constituyen la definición del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), algunos pacientes han experimentado otros síntomas, que se presentan con frecuencia entre el 20% y el 50% de los casos. Tales manifestaciones abarcan dolor abdominal, intolerancia al alcohol, flatulencia, dolor pectoral, tos crónica, diarrea, mareo, sequedad en los ojos y boca, dolor de oído, arritmias cardíacas, dolor en la mandíbula, rigidez matinal, náuseas, sudor nocturno, trastornos psicológicos (depresión, irritabilidad, ansiedad, ataques de pánico), ahogo, sensibilidad dérmica, sensación de hormigueo y pérdida de peso.
Es importante saber que el aspecto externo del enfermo no tiene porqué variar y de hecho la afirmación "...pues tienes buena cara", es realmente ofensiva para el paciente porque encierra una cierta dosis de duda. Ante este planteamiento una buena respuesta es que el SFC no es una enfermedad de la cara, sino de los órganos internos del cuerpo.

DIAGNOSTICO

a. El diagnóstico del médico
En casos sencillos, el médico de asistencia primaría debería poder orientar un diagnóstico de Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), si dispusiese de tiempo para ello y decidir su remisión a una Unidad Especializada, pues el diagnóstico del SFC es actualmente exclusivamente clínico, es decir, no existe prueba diagnóstica alguna que pueda confirmar de forma indubitable la existencia de un SFC. Esto hace que la experiencia en el diagnóstico adquiera un valor trascendente.
Si durante seis o más meses, alguien lleva padeciendo fatiga extrema, física y mental, que no remite a pesar de descansar en cama y va acompañada de síntomas inespecíficos, como síntomas gripales, faringoamigdalitis no exudativa, febrícula, dolor generalizado o problemas importantes de memoria y concentración, el médico deberá incluir en su proceso de diagnóstico diferencial el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC).
En primer lugar obtendrá la historia clínica completa y le practicará un examen físico completo, que incluirá un examen del estado mental (que normalmente incluirá una charla prolongada en la consulta y unas baterías de tests psicológicos) y una serie completa pero sencilla de análisis de sangre y orina que permitirán diagnosticar otras posibles causas de fatiga anormal. También puede ser necesario practicar algunas pruebas de imagen (radiografía de tórax, resonancia craneal o ecografía abdominal).
Si los análisis ofrecen una explicación alternativa a la fatiga, se encargarán más análisis para confirmar esa posibilidad. Si no se identifican las causas de los síntomas y se cumplen las demás condiciones que conforman la definición del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), el médico puede diagnosticar el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), siempre teniendo en cuenta verificar que el impacto de la enfermedad, tanto físico como intelectual supere el 50% y buscando sustentar dicho impacto de forma objetiva. Si el paciente ha sufrido fatiga durante seis meses o más, pero no se observan los síntomas descritos en la definición del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), puede diagnosticarse una Fatiga Crónica Idiopática o una Fatiga Anormal que puede ser concomitante a otro proceso clínico detectado durante el proceso de diagnóstico.
TRATAMIENTO
Dado que no se han identificado las causas del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), los tratamientos existentes se centran en paliar los síntomas, no existiendo un tratamiento curativo. Es importante que no se deje engañar por desaprensivos en este aspecto. A pesar de lo expuesto, existen tratamientos que, de forma individualizada, pueden ser útiles en los enfermos con SFC/EM.
El tratamiento más importante consiste en explicar al enfermo el alcance de su enfermedad, sus expectativas reales y recomendarle que adapte su vida a sus posibilidades reales. Intentar hacer más de lo que le permite el cuerpo conduce a un empeoramiento objetivo.
El médico, junto con el paciente, elaborará un programa adaptado a las necesidades individuales que ofrezca el máximo beneficio y que está basado en los tratamientos que contiene esta sección.
a. Tratamientos no farmacológicos
1 - . Actividad física.
En general, los médicos recomendamos a los pacientes que vigilen el ritmo que mantienen y que eviten en lo posible el estrés emocional (no está claro que el estrés pueda contribuir al desarrollo de la enfermedad, pero sí sabemos que, una vez instaurada, el paciente tolera muy mal el estrés) y la tensión física. Las actividades cotidianas regulares y razonables contribuyen a evitar el fenómeno push-crash, caracterizado por sobreesfuerzos durante los períodos de mejoría, seguidos de recaídas quizá debido a la actividad excesiva. Es importante también la actividad física regular para evitar que la condición física empeore, aunque debe estar supervisado por un médico o un fisioterapeuta y ser de baja intensidad.
Hay que diferenciar la actividad física del llamado "Ejercicio Gradual", que es incremental y produce un empeoramiento del enfermo en más del
2 - Psicoterapia y terapia de apoyo.
Cierta clase de psicoterapia, como la psicoterapia cognitivo-conductual, ha ofrecido resultados prometedores (existen ocho estudios al respecto, de los cuales cinco son positivos y tres indiferentes) al ayudar al paciente a combatir su enfermedad y al aliviar parte de la tensión que conlleva el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC). Además, todas las enfermedades crónicas pueden afectar a los cuidadores y a los familiares. En tales casos, la terapia de familia fomentará la comunicación y reducirá el efecto adverso del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) en la familia.
b. Tratamientos farmacológicos
Los tratamientos farmacológicos van encaminados a aliviar los síntomas específicos. Los pacientes se muestran hipersensibles a los fármacos, en especial lo que afectan el sistema nervioso central, por ello, la estrategia consiste en comenzar con dosis muy bajas que se irán aumentando gradualmente según la necesidad. Existen muchas opciones de tratamiento sintomático farmacológico.
En algunos casos muy seleccionados, se utilizarán tratamientos antivirales, algunos de los cuales se encuentran en fase de estudio avanzado.
c. Dieta y entorno
En algunos enfermos con Intolerancia Química Múltiple, la utilización de un programa dietético, parece mejorar su calidad de vida. En estudios controlados, la utilización de una dieta baja en azúcares y levaduras, no ha aportado ninguna mejora en los enfermos con SFC.
El contacto específico con sustancias químicas (por ejemplo una casa nueva, un mueble, colocar parquet, productos de limpieza, etc.) debe ser evaluado para detectar posibles causas de empeoramientos.
En cualquier caso, seguir una dieta sana y equilibrada, evitando en la medida de lo posible los aditivos y las sustancias químicas, parece una medida de salud muy conveniente para estos enfermos y recomendable para todos en general.
d. Reposo
Es tal vez la medida más efectiva. El SFC no es una enfermedad que se produzca por la falta de entrenamiento ni nada tiene que ver con la práctica de ejercicio.
El enfermo con SFC no debe "forzar la máquina", debe adaptarse a la realidad clínica de su enfermedad, que oscilará con el tiempo y reconocer que existe "un antes y un después de la enfermedad" que afectará a sus objetivos y a sus posibilidades. Muchas veces necesitará apoyo psicológico experto para ayudarle a afrontar las limitaciones de la enfermedad y asesorarle sobre la relación con sus allegados.
En general, el enfermo debe realizar el reposo que el cuerpo le requiera, aunque debe mantener un cierto grado de actividad física que evite su atrofia. Esto puede conseguirse con sencillos programas que nunca deben incrementar la fatiga al día siguiente.
Los enfermos con SFC más grave (aproximadamente un 25%), deben adoptar medidas especiales.
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